domingo, 5 de agosto de 2012

Es domingo y almuerzo "Los Restos del Naufragio"

Pico fino la cebolla, también la cebolla de verdeo. En la sartén se calienta un poco de aceite de oliva. Calamaro canta 'Te extraño' y en Buenos Aires una mujer importante en mi vida cumple años, no sé cuántos, creo que nunca lo sabré.

Tiro las cebollas al aceite hirviendo, mientras de Córdoba parte hacia Austria la única por la que hubiese abandonado todo, la que vi hace una semana y me dí cuenta de que todo estaba intacto.

Corto la zanahoria en finas julianas y también van a parar al caldero. En el face aparece la "campeona en tirar indirectas" de las últimas olimpíadas, como se autodefine. Yo, como si nada, continúo en la tarea de adelgazar en finas tiras los ingredientes: le llegó el turno al zapallito coreano y al flaco Spinetta con su Durazno Sangrante.


Busco dos copas: soda en una, Santa Florentina tinto en la otra. Me la bebo de un solo trago. Es domingo, con todo lo que eso significa.

Lavo las chauchas redondas, les saco las puntas, las particiono y también van a la olla. Cuando estén algo tiernas el zapallito se sumará... "El durazno partido ya sembrado está bajo el agua...", dice el flaco y termina.

Agrego agua a la cocción, vino a mi sangre, nubes a mi mente y zapallito a la comida.

Encuentro un resto de Salsa de Hongos Alicante y se me ocurre que sabrá bien y lo agrego. "Yo te amo", dice Vicentico, cantando aquella 'bonita pieza' de Sandro, "tal vez sea mejor, me marche yo de aquí, para no vernos más...". Yo te amo. Me siento desangrar... tratando de decir... no vernos más... total que más me da...

Busco más "Restos del Naufragio" y encuentro un sobre antidiluviano de Sopa de Queso Knorr y lo sumo. Me agrego más Santa Florentina y un sorbo de soda. En México, en un rato, la mujer responsable de mi rasuración, la de los Rituales del Duelo, comenzará también a cocinar, creo... Y aquí, en mi soledad, la olla bulle y desprende olores mágicos.

El avión debe estar partiendo a Austria llevándose a Fermina Daza. Y yo sigo acá, tan Florentino Ariza como siempre.


En algún lugar, a 400 km de aquí, una de las Desbocadas también prepara -seguro- la tarea del domingo y sé que nunca abandonará el pequeño mundo que construyó sin mí. Ella creyó en el que se fue a Inglaterra y la dejó mirando al cielo, siguiendo el vuelo de esos aviones que se llevan los amores para siempre, hasta nunca... "Sobre alguna autopista que tenga infinitos carteles que no digan nada..." canta Serú. "O me mates este mediodía, nena...".

Ahí también van a la olla las sobras picosas de berenjena en escabeche, abundantes de ajo y ají puta parió. La pócima va tomando aroma y color. Agrego un poco de sal y descongelo pan, lo unto en el aceite del escabeche mientras "la ciudad se nos mea de risa, nena...". Pica el esófago con el pan untado en ese aceite espeso, entre colorado y verdoso y lo acompaño con un trago de vino. Parabarara bara bara bará... Coloco la tapa, cuidando que las berenjenas ya cocidas queden arriba, así no se desarman.

"Acabo de verte y ya se qué nací para casarme contigo", le dice Antoine a la peluquera. Abrazame fuerte, que no pueda respirar... "Tengo miedo de que un día no quieras bailar conmigo", le dice Mathilde antes de tirarse en el río. Mucho más inteligente que yo. "Lo que fue tan hermoso, mejor que no caiga al olvido", dice mientras los vapores salen de la olla y ella se hunde en aguas turbulentas.


"En la mesa dos copas de vino y a la noche se le fue la mano..." canta Rodrígo en una de las más bonitas versiones de Derroche. Hoy comeré sin platos. "Para entrar en el cielo no es preciso morir", sigue. Sirvo vino nuevamente, "derrochamos, no importaba nada, la reserva de los manantiales. Parecíamos dos irracionales que se iban a morir mañana...".

Pruebo mi platillo: me quemo la lengua y el paladar, lo alivio con un trago de Santa Florentina, después soda. "Que derroche de amor, cuanta locura...". Del fuego a la mesa, la sartén sirve de improvisado plato, como me gusta a mí. El menjunje sabe a cielo y acá, en este rincón de las sierras de Puntania, levanto la copa, compartiendo "Los restos del naufragio" con todas aquellas que me acompañan en mi soledad, aunque hoy sean solamente recuerdo.




5 de agosto de 2012

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