lunes, 12 de septiembre de 2011

Equlibrio




¿Cómo mantener el equilibrio ante el desbocado galope que siento dentro? ¿Cómo disimular lo indisimulable? Pero se hace imprescindible el equilibrio, para no interpretar equivocadamente las señales.

Dice la Teoría del Caos que el leve temblor que provoca en el aire el vuelo de una mariposa puede repercutir de manera inimaginable en el otro lado del planeta a raíz del delicado equilibrio que nos rodea.

¿Repercutirá de igual manera esa porfiada multitud de mariposas que se ha instalado justo aquí, a la altura del estómago? ¿Habrá, también, otras mariposas espejando el movimiento allá, tan pero, pero tan lejos y a la vez tan pero tan cerca, a través de este mundo que se une gracias a los unos y a los ceros?

Es cierto, la escritura alivia pero también estremece y rompe el equilibrio y da paso a un caos nuevo. Deseado. Temido pero deseado. Que rompe el status quo. Y genera tormentas de sensaciones que había ordenado se durmieran para siempre.

Lo he leído unas cien veces durante el día, para no equivocar ni forzar ninguna interpretación. Como adolescente desperté a las tres y media de la mañana. Y volví a leerlo y así casi todo el día. Y ahí está el texto, todavía con mil incógnitas y sigo aquí salvándote al estilo Juarroz, pensándote y pensándote, con un imenso deseo de tomar el mismo vuelo que me llevó al país del norte, pero esta vez, imaginando una ciudad distinta, plena, llena de vos.

Pero debo mantener el equilibrio

¿Debo mantener el equilibrio?

¿Estarás ahora salvándome?

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